domingo, 13 de abril de 2008

Con los hijos en la montaña

Y un día sucedió.
Nos encontramos preparando algo desconocido hasta el momento: las vacaciones familiares.
Claro, cuando llevamos por primera vez a nuestros hijos a la montaña nos damos cuenta el motivo por el cual tanta gente peregrina año tras año a Mar del Plata. Sólo intenten armar una mochila más o menos operativa con pañales para 15 días y sabrán de lo que les hablo.


En ese momento, la frustración hace mella en el amante de la montaña y aparece con más fuerza que nunca la frase que jamás quisimos escuchar: "ya no es lo mismo". Y si están esperando que les diga lo contrario, ni lo sueñen. Efectivamente, no es lo mismo.

Pero que no cunda el pánico. Es posible hacer algún aprouch a las alturas, considerando los niveles de seguridad adecuados.
El médico de mi hija me dijo que a partir del año de edad, que es cuando tienen todas las vacunas, Agustina estaba lista para todo lo que deparaba la vida outdoor. Así que sin pensarlo más (y gracias a la buena onda de los abuelos) partimos rumbo al lago Aluminé, para hacer la primer parada en Villa Pehuenia y subir algo tranqui, como lo es el volcán Batea Mahuida y, por supuesto, recorrer la zona.

Es sorprendente cómo los chicos disfrutan las actividades outdoor, y la velocidad de adaptación que tienen a las condiciones del entorno. Y lo hacen en forma más eficiente que nosotros. El único tema de cuidado es el frío, ya que ellos no tienen la capacidad de regulación térmica de un adulto. Pero con el abrigo apropiado, tema superado. Nunca verán disfrutar tanto a sus hijos como cuando están armando la carpa, persiguiendo bichos, tirándose al agua transparente o corriendo entre las flores. Y creo que no tenemos noción de lo bien que eso les hace, hasta que volvemos a la rutina.

Ir a Villa la Angostura, Bariloche, El Bolsón, San Martín de los Andes o cualquier localidad mediana del sur nos permitirá, en primer lugar, contar con los recursos de emergencia que que los bebés y niños pequeños pudieran necesitar. En segundo lugar, disminuir el tamaño del equipaje y hacer abastecimiento en el o los point de destino. En tercer lugar, estar cerca de la montaña y hacer actividades de poco riesgo compartiendo el entorno con nuestra familia.
Y si la cosa va bien, el invierno es genial también, porque la nieve es increíble para los chicos. Solo vasta hacer la prueba.
Cada vez que íbamos al cerro Catedral, Agustina con dos años de edad intentaba hacer desde un muñeco de nieve hasta esquiar. Y cuando tratábamos de irnos, bueno, imaginen la locura!!
Cuando vemos a nuestros hijos disfrutando tanto de algo que nosotros amamos, la alegría es muy grande, nos emocionamos, y confirmamos eso que sospechábamos antes de su aparición y que Serrat dice en una canción: "a menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción".

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