viernes, 18 de abril de 2008

Travesías en la zona de El Bolsón [Hielo Azul - Laguitos]

La zona de El Bolsón ofrece muchas oportunidades para hacer travesías de montaña. Dependiendo del nivel de exigencia, se pueden armar travesías de tres, cuatro, y hasta diez días recorriendo los refugios de montaña por una de las zonas más hermosas de la cordillera.
Para los que prefieren una cosa a la vez, es posible también subir, pasar una noche en cualquier refugio y bajar nuevamente al pueblo. Esta opción vale la pena cuando estás con poco tiempo o solo de pasada por la zona.
Si es tu primera vez para hacer este tipo de actividades, y contás con algunos días para dedicarle, este sector de la cordillera creo que es uno de los mejores para empezar.
Una de las más interesantes travesías que hicimos en la zona nos llevó un total de seis días, con una dificultad de grado intermedio, y en la que nos dimos el gusto de trepar un glaciar en medio de la montaña.
Generalmente, este tipo de travesías se las nombra con el punto de referencia inicial y el final, por lo que la llamamos Travesía Hielo Azul - Laguitos, por el nombre del refugio y el glaciar homónimo que son el punto inicial más importante, y el último de los refugios visitados.
Comento seguidamente el itinerario realizado, y dejo unos links con la página de El Bolsón Web que tiene descripciones detalladas de los refugios y excursiones. Esta travesía la hicimos en el 2006 Sergio Paz, Agustín Bazzarini, Shy Gazit y quien escribe.

Para los que utilizan google earth, les dejo aquí un link con un archivo .kmz para que puedan ver la travesía completa con el track y los waypoints (les recomiendo porque está muy bueno) http://cid-f36b2c5a0cc37e78.skydrive.live.com/self.aspx/P%c3%bablico/Traves%c3%ada%20Bols%c3%b3n%202006.kmz


Primer día: Bolsón a Refugio Hielo Azul [moderado, 4 a 5 horas]
Detalle sobre esta etapa aquí
http://www.bolsonweb.com/aventura/hieloazul3.html

Si bien en los links que dejo aquí pueden encontrar la descripción detallada de la travesía, vale la pena recomendar que el primer día se arranque temprano, subamos hasta el refugio Hielo Azul y aprovechemos el resto del día para recorrer los alrrededores, disfrutar de la hospitalidad de uno de los refugios más lindos de la zona y descansar bien para soportar sin problemas las exigencias del día siguiente. Además, el primer día siempre hay que tomarlo con calma, como para aclimatarnos.
El sendero hacia el refugio está totalmente señalizado, con lo que resulta casi imposible perderse. Durante el recorrido encontraremos puntos muy buenos para observar el valle (como el mirador del Río Raquel) y lugares muy hermosos para detenernos a descansar, hidratarnos y disfrutar del bosque.
Al llegar la noche, recomiendo intensamente tomarse una de las cervezas más ricas de la zona, elaborada con agua del glaciar que visitaremos el día siguiente.


Segundo día: Excursión al Glaciar Hielo Azul y trayecto Refugio Hielo Azul a Refugio Cajón del Azul [intenso, 10 horas]
Detalle sobre la excrusión al glaciar aquí http://www.bolsonweb.com/aventura/hieloazulglaciar.html
Detalle de circuito al Cajón del Azul aquí http://www.bolsonweb.com/aventura/hieloazulcajon.html
Detalle del refugio Cajón del Azul aquí http://www.bolsonweb.com/aventura/cajondelazul.html


El segundo día conviene arrancar bien temprano, con el objetivo de subir hasta el Glaciar Hielo Azul y luego tomar ruta hacia el refugio Cajón del Azul.
De ser posible a eso de las 7.30, después de un muy buen desayuno, tendríamos que estar saliendo del refugio con una mochila pequeña con algo de comida energética, agua, anteojos para sol y el botiquín (obligatorio siempre). Si se tiene equipo de hielo también subirlo, así se puede caminar por el glaciar. El resto del equipo puede quedar en el refugio hasta que volvamos del glaciar para almorzar.
El camino de ida y vuelta es el mismo, está bien señalizado con marcas rojas y amarillas en las piedras y banderines rojos y naranjas en los últimos 500 metros. Si bien no es del todo sencillo, y en algunos momentos se pone algo dificultoso, con un poco de cuidado y concentración es totalmente realizable.
Una vez que se llega al final del lomo de la montaña, veremos una hondonada y en el fondo el glaciar y la laguna. La vista es increíble y si bajamos hacia la laguna podremos llegar hasta el mismo glaciar. Si tenemos equipo de hielo (grampones y piqueta) se puede subir sobre el glaciar y caminarlo.

En el caso que la mañana se haya quedado corta y en pleno disfrute se haga hora de bajar (esto es entrado el medio día) se debe tomar la decisión de seguir con el plan original, es decir, bajar al refugio para continuar la travesía, o posponer la partida un día y hacer cumbre en el cerro Hielo Azul, para lo cual nos conviene quedarnos arriba (tenemos medio camino ganado).
La decisión siempre depende de las condiciones climáticas y técnicas en las que se encuentre el terreno, y por supuesto, del equipo y estado físico del grupo.
Igualmente, para aquellos que no quieren dejar una cumbre sin subir, a no desesperar, porque en esta travesía el cerro del Hielo Azul se puede subir por el lado del refugio Natación, y en muchas oportunidades es mejor utilizar esa ruta, por lo que recomiendo al medio día bajar del glaciar, almorzar en el refugio Hielo Azul y arrancar hacia el refugio Natación.

Luego de almorzar en el refugio Hielo Azul y agradecer el trato recibido, es hora de hacer el trayecto hacia el refugio Cajón del Azul. Se parte por el mismo camino por el que llegamos y al llegar al margen del río veremos la bifurcación señalizando el regreso a Bolsón o el desvío al refugio Natación. Se debe tomar este último. Al igual que en el tramo anterior, el sendero está bien marcado y si no nos distraemos es casi imposible perderse.
Este es uno de los trayectos más hermosos de la travesía, aunque a los 15 minutos de caminar se nos presenta el mayor de los obstáculos a superar durante la jornada, y en el que vamos a dejar buena parte de nuestra energía: una pendiente a más de 50º en donde nos patinaremos, ensuciaremos y maldeciremos en forma importante. No preocuparse, con paciencia, y sobre todo usando bien los bastones de trekking, se sube.
Superado entonces esta desgastante pendiente, comienza una planicie boscosa, con algunos pequeños desniveles, que nos llevará hasta el refugio y el lago Natación.
Desde el refugio Natación tenemos 3 opciones: la primera, hacer cumbre en el cerro Hielo Azul. Los refugieros te pueden guiar para hacer cumbre, generalmente con bastante nieve (para los que no subieron cuando andaban por el glaciar, esta es la oportunidad para no perderse). Esta opción requiere hacer noche en este refugio. La segunda opción es bajar a El Bolsón (nadie quiere esta opción) y la tercera es seguir hacia el refugio Cajón del Azul.

Nosotros hemos tomado la tercera opción, por lo que luego de una mateada con el refugiero que nos explica las posibilidades de hacer excursiones por el lugar, partimos hacia lo de Atilio (Atilio es el refugiero del Cajón del Azul). Ni bien se sale del Natación, se pasa por el lago del mismo nombre, generalmente con aspecto de pileta.
Más arriba en esta sección he dejado un link con la explicación del trayecto hacia el Cajón del Azul en donde encontrarán detalle de como llegar. Igualmente, el camino está bien marcado y es para disfrutar de un trekking de grado intermedio, ya que en la bajada hacia el Río Azul hay algunos ladeos en zigzag bien pronunciados que ponen interesante la caminta. Igualmente, nada que con un poco de buena onda no se pueda superar.
Al llegar a lo de Atilio, lo mismo que cuando llegamos al refugio anterior, recomiendo tomar la cerveza que hace este señor. Muy rica y más aún compartida con amigos.


Tercer día: Refugio Cajón del Azul a Refugio Laguitos [moderado, 6-7 horas]
Detalle sobre el refugio Laguitos aquí
http://www.bolsonweb.com/aventura/loslaguitos.html

Este día se dedica a cubrir los más de 15 km. que separan el refugio de Atilio del refugio Laguitos. El camino está bien señalizado, aunque en la zona de los mallines hay que prestar bastante atención para no equivocarse de dirección.
El camino es bordeando el Río Azul hacia el noroeste, sin cruzarlo en ingún momento, y tomar luego por el cañadón del Rayado. Es una caminata larga por el bosque, con algunos lugares para descansar y reponer energías al costado del río que son muy relajantes.
Cuando se llega al refugio luego de caminar todo el día, el frío se comienza a sentir (estmos al pie de la cordillera) y si bien la altura no es mucha (1.150 msnm aprox.) la temperatura se encarga de recordarnos dónde estamos.
El refugio Laguitos es el más alejado de El Bolsón y será un contraste importante con los otros refugios que están mucho mejor equipados. Aquí veremos que la cosa en la montaña no es tan sencilla si estamos muy alejados de la civilización y aunque este refugio tiene todo lo que se necesita y más también, la luz soalr y la temperatura marcan mucho más el ritmo y las actividades que se pueden hacer.

Cuarto día: Cumbre en el Cerro Año Nuevo [intenso, 8 horas]

Esta es una salida de día completo, por lo que hay que arrancar lo más temprano posible. Si se sale bien temprano podremos ver parte del lago con hielo superficial y la vegetación totalmente blanca y congelada. Aviso por las dudas que no se entienda: hace frío.
Hacer cumbre en este cerro no es muy complicado y con equipamiento básico se logra perfectamente (buen calzado de montaña, abrigo, anteojos, protector solar, mochila de ataque siempre con botiquín). Es importante llevar buena comida energética, que generalmente a esta altura de la travesía comienza a escasear (nosotros llegamos justo con la comida hasta aquí, solo nos quedaba para esa jornada y nada para la vuelta!!!).
El camino para subir a la cumbre es el mismo que se utiliza para bajar. Cuando se sale del refugio se bordea el lago en sentido norte, se cruza un arrollo y el refugio queda a un lado. Ahí comienza el sendero para subir al cerro, el cual arranca con bosque y a medida que subimos va haciéndose más bajo. Ya por los 1.300 la vegetación es bien baja y comienza un zigzag bien marcado para ladear la montaña.
A los 1400 la vegetación casi desaparece, lo mismo que las marcas del sendero, y el camino se pone un poco más áspero. Debemos subir por unas grietas de deshielo bastante traicioneras, por lo que aquí el éxito depende del calzado que tengamos. Sin un buen par de botas de trekking la pasaremos muy mal en esta parte de la subida (y ni hablar de lo que sigue).
Al final de las grietas tendremos generalmente un planchón de hielo (que alimenta con agua las grietas) el cual debemos subir preferentemente por alguno de los costados, aunque aquí todos decidimos tomar el riesgo de subir por encima del hielo para ahorrarnos algunos metros y bastante esfuerzo. Aquí los bastones suelen ser muy útiles.
A eso de los 1.660 divisaremos una saliente importante y una canaleta a su derecha. Pues bien, tomamos la canaleta hasta los 1.770 y ahí se termina cualquier marca o indicación que podamos encontrar, y queda aplicar la experiencia para subir los 100 metros finales hacia la cumbre. Tendremos aquí una vista privilegiada de la cordillera, del Río Azul y, si miramos bien para abajo, del lago al pie de la montaña en donde se encuentra el refugio al cual debemos volver.
Luego de las celebraciones de rigor, se debe emprender entonces el regreso. Para bajar hasta la canaleta hay que analizar bien el recorrido porque además de que las piedras son muy grandes, el hielo juega muy en contra en esta etapa.
Una vez en la canaleta, el camino de bajada es el mismo que el de subida, pero la temperatura ha comenzado a bajar y el agua y la humedad de las piedras a congelarse nuevamente, por lo que tendremos que redoblar la concetración, al menos hasta llegar al planchón de hielo, el cual no resistiremos de bajar en la modalidad culo patín o esquí. Desde aquí en adelante la cosa es sencilla y resta entonces bajar relajado pero sin demorar mucho.
Llegando al refugio ya es de tarde y la luz solar que resta nos permitirá tomar un baño con la caldera a leña y esperar... a que alguien se juegue y haga la comida!!!!.

Quinto día: Refugio Laguitos a Refugio El Retamal [moderado, 6 horas]
Detalle sobre el refugio Retamal aquí http://www.bolsonweb.com/aventura/retamal.html
Página oficial del refugio Retamal aquí: http://www.elretamal.com.ar/index.html

Al ser el refugio Laguitos el más alejado de El Bolsón, es hora de volver a la civilización.
Luego de salir del refugio Laguitos se camina por el mismo sendero por el que se llegó. No ofrece mayores complicaciones y, de hecho, el sendero al regreso es menos agotador que a la ida. Si bien se puede ir directamente al refugio Cajón del Azul, existe un desvío hacia el refugio El Retamal.
Este refugio está muy bien armado y es, al mismo tiempo, la casa de Mariano Monasterio. Es una alternativa a pasar la noche en el Cajón, pues se encuentran muy cerca uno del otro.
Parar aquí permite hacer una pequeña excursión hacia el Paso del Viento, una elevación a 950 metros (el refugio está a 730) que nos permitirá ver la cumbre que hicimos el día anterior y el valle del Río Azul por el cual llegamos caminando desde Laguitos.
Cuando bajamos del Paso del Viento, si no es muy tarde, se puede elegir hacer noche en el Retamal o avanzar un poco más y estirarnos nuevamente hasta el refugio de Atilio (Cajón del Azul).
Si nos estiramos hasta el Cajón del Azul tendremos ganada una hora del otro día, que nos permitirá llegar con un poco más de tiempo a lo de Wartton para tomar el bus que nos lleva hacia El Bolsón.

Sexto día: Refugio El Retamal a El Bolsón [moderado, 5 horas]
El regreso a Bolsón es bastante sencillo, pues desde el Retamal se va directo al Cajón del Azul y, desde allí, pasando el puente sobre el cajón del Río Azul el sendero está muy bien marcado y, luego de un descenso de 15 minutos comenzamos a bordear el río por una huella de vehículos 4x4, por lo que el regreso no ofrece complicación alguna.
Se puede salir hacia lo de Wartton, en donde luego de pasar a comer algo y refrescarnos se toma justo en la esquina el bus (Transporte La Golondrina) que nos lleva hasta el centro de El Bolsón.
Si hay energía todavía, es posible parar en la ruta, en la puerta de la Cervecería El Bolsón, y pedir una ronda de cerveza Negra Triple de Invierno para celebrar la aventura. No se arrepentirán.

Este es el final de la Travesía Hielo Azul - Laguitos. Seis días en la montaña, por unos lugares increíbles y mucho, mucho trekking.
Cualquier error en esta descripción es involuntario, así que si ven algo me avisan a germanleva@gmail.com

martes, 15 de abril de 2008

Más viajes, algo de experiencia y muchos amigos

A medida que se van sucediendo los viajes a la montaña vamos conociendo la importancia de dos dimensiones centrales de esta actividad: la experiencia y la amistad.
La experiencia acumulada nos permitirá emprender aventuras cada vez más interesantes, complejas y, por qué no, arriesgadas. Al mismo tiempo agregará márgenes de seguridad a lo que hacemos. En cada aventura conocemos nuevos caminos, secretos y técnicas que nos permiten superar las complicaciones obvias que se pueden presentar cuando estamos, por ejemplo, en medio de la cordillera y las fuerzas naturales nos hacen percibir claramente su omnipresencia. Es la misma experiencia que nos permitirá también resolver problemas técnicos menos complejos, del estilo "el calentador no prende", "me estoy congelando en esta bolsa", "este nudo se desata", o "se me descoció toda la mochila" y, por que no, el clásico "y ahora qué comemos???".

Si bien la experiencia es un capital importantísimo en esta actividad, la amistad se transforma en el más importante de todos. El primer viaje generalmente lo hacemos con los amigos de siempre, y a medida que nuestra vida avanza vamos incorporando a los viajes las nuevas amistades. También haremos nuevos amigos en cada aventura y, sin lugar a dudas, aprenderemos de sus experiencias, las que se sumarán a nuestra. Y en algunas oportunidades, esos amigos hechos en el camino, se trasnforman en grandes amigos, de esos de toda la vida.

Luego de varios viajes nos empezamos a cruzar con viejos amigos en la montaña. Es una experiencia bastante intensa porque uno viene concentrado subiendo por una picada, y en medio de la nada alguien grita tu nombre. Te sorprende (y luego te emociona) ver donde menos lo esperás a ese amigo con quien compartiste extensas jornadas de caminata e interminables charlas en los refugios, parado frente vos con cara de superado, como si andar subido en las rocas fuera fácil, mientras vos venís arrastrando tu humanidad por toda la montaña. Esos momentos son estupendos, porque suelen juntarse los grupos y se pasan algunos días de excelente camaradería. También sirve para ponerse al tanto de lo que sucede en la montaña, pues los amigos cruzan datos sobre el estado de los pasos, si hay hielo, si la cosa está fácil o realmente conviene utilizar caminos alternativos al planificado.

Tanto la experiencia como la amistad son factores clave de la vida en la montaña. Si vamos sumando experiencia (y la utilizamos correctamente) es probable que no tengamos mayores complicaciones en nuestras aventuras. Y si vamos con amigos, ellos serán los únicos que realmente arriesgarán su vida para ayudarnos cuando la experiencia no nos alcance para superar un mal paso.

domingo, 13 de abril de 2008

Con los hijos en la montaña

Y un día sucedió.
Nos encontramos preparando algo desconocido hasta el momento: las vacaciones familiares.
Claro, cuando llevamos por primera vez a nuestros hijos a la montaña nos damos cuenta el motivo por el cual tanta gente peregrina año tras año a Mar del Plata. Sólo intenten armar una mochila más o menos operativa con pañales para 15 días y sabrán de lo que les hablo.


En ese momento, la frustración hace mella en el amante de la montaña y aparece con más fuerza que nunca la frase que jamás quisimos escuchar: "ya no es lo mismo". Y si están esperando que les diga lo contrario, ni lo sueñen. Efectivamente, no es lo mismo.

Pero que no cunda el pánico. Es posible hacer algún aprouch a las alturas, considerando los niveles de seguridad adecuados.
El médico de mi hija me dijo que a partir del año de edad, que es cuando tienen todas las vacunas, Agustina estaba lista para todo lo que deparaba la vida outdoor. Así que sin pensarlo más (y gracias a la buena onda de los abuelos) partimos rumbo al lago Aluminé, para hacer la primer parada en Villa Pehuenia y subir algo tranqui, como lo es el volcán Batea Mahuida y, por supuesto, recorrer la zona.

Es sorprendente cómo los chicos disfrutan las actividades outdoor, y la velocidad de adaptación que tienen a las condiciones del entorno. Y lo hacen en forma más eficiente que nosotros. El único tema de cuidado es el frío, ya que ellos no tienen la capacidad de regulación térmica de un adulto. Pero con el abrigo apropiado, tema superado. Nunca verán disfrutar tanto a sus hijos como cuando están armando la carpa, persiguiendo bichos, tirándose al agua transparente o corriendo entre las flores. Y creo que no tenemos noción de lo bien que eso les hace, hasta que volvemos a la rutina.

Ir a Villa la Angostura, Bariloche, El Bolsón, San Martín de los Andes o cualquier localidad mediana del sur nos permitirá, en primer lugar, contar con los recursos de emergencia que que los bebés y niños pequeños pudieran necesitar. En segundo lugar, disminuir el tamaño del equipaje y hacer abastecimiento en el o los point de destino. En tercer lugar, estar cerca de la montaña y hacer actividades de poco riesgo compartiendo el entorno con nuestra familia.
Y si la cosa va bien, el invierno es genial también, porque la nieve es increíble para los chicos. Solo vasta hacer la prueba.
Cada vez que íbamos al cerro Catedral, Agustina con dos años de edad intentaba hacer desde un muñeco de nieve hasta esquiar. Y cuando tratábamos de irnos, bueno, imaginen la locura!!
Cuando vemos a nuestros hijos disfrutando tanto de algo que nosotros amamos, la alegría es muy grande, nos emocionamos, y confirmamos eso que sospechábamos antes de su aparición y que Serrat dice en una canción: "a menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción".

sábado, 12 de abril de 2008

Cuando tu pareja te acompaña

Una de las mejores cosas que te pueden suceder cuando te gusta la montaña es que tu pareja te acompañe en la aventura. La experiencia cambia de dimensión cuando se comparte con la persona que amamos.
Muchas veces, mientras caminamos con amigos por las pendientes pensamos en lo bueno que sería hacer lo mismo con nuestra pareja. Sucede que a veces (y esto es estadística pura) a las chicas les gusta más estar en la playa, no pasar frío, poder bañarse todos los días, estar lindas todo el tiempo y, por supuesto, broncearse.
Por lo general, luego de infructuosos intentos por trasladarlas del nivel del mar a, por lo menos, 800 m.s.n.m., por alguna extraña razón se animan (será por la curiosidad de qué es lo que hacemos ahí en la montaña quenos gusta tanto). Claro, con tal de convencerlas somos capaces de asegurarles que pueden llevar los zapatos de taco en la mochila...

En otros casos, son ellas quienes directamente se ponen a armar la mochila a nuestro lado y, si es la primera vez que salen a la montaña, preguntan cómo hacer para que la mochila no sea más pesada que ellas.

Sea cual fuere el caso, lo más probable es que, como pasó en nuestro primer viaje con Marisa, las mochilas pesen en exceso; la tuya pesará ún poco más porque aceptaste como un caballero cargar con la planchita del pelo (imaginando que podrías calentar agua en algún enchufe del camping), y la de ella un 20% más pesada por una serie completa de cremas, elementos de belleza y cantidad de cambios de ropa. Recuerdo el caso de una pareja amiga que encontramos vagando por Bariloche: llevaban las mochilas más grandes jamás vistas, una serie de petates colgando, mochilas pequeñas al frente, y una anafe en la mano!!!. Si, un anafe, que luego se transformó en toda una leyenda cada vez que nos cruzamos por ahí.

Una vez armada la carpa, si el tiempo acompaña y no llueve durante los siguientes dos o tres días (límite máximo tolerable para cualquier humano decente), todo irá de maravillas, hasta que la falta de un baño caliente diario, o mejor dicho, la falta de un baño, comenzará a mellar el espíritu aventurero de nuestra partner, y el carácter frágil de las damas tal vez haga su aparición, a lo que se sucederá un deterioro constante de la calidad del diálogo de pareja toda vez que nuestra amada sienta que huele no del todo femenina.

Es vital entonces no llegar a esa instancia. Si vas a la montaña con tu chica y es su primer viaje, la primera regla es "asegúrate de armar un itinerario en donde exista un baño decente al menos cada 3 días de travesía". Esto se logra alternando camping libre con camping organizado, dos días de montaña con uno de hostería, o cualquier combinación que asegure que nuestra compañera pueda seguir sintiéndose femenina. La segunda regla es "no intentar bajo ningún motivo comprender la primer regla", lo cual es el mejor ejercicio mental que podemos hacer mientras recordamos esas semanas sin agua y jabón con nuestros amigotes y sin mayores inconvenientes.

A medida que hacemos más viajes con nuestra pareja vamos conociendo la dinámica de la mujer en la montaña y sabremos apreciar cuando, a pesar de las limitaciones propias que impone el medio, ella se mantiene tan femenina como siempre. Y si tenés suerte como la tuve yo, tu chica terminará teniendo más actitud que vos. Las últimas veces que subimos hacia algún refugio o intentamos cumbre, mientras yo me arrastraba entre las piedras ella saltaba lo más fresca, con cara de "dale nene". En esos momentos sentís que tenés a tu lado la chica adecuada (ojo, que eso se termina cuando ella cuenta a tus amigos que andabas mariconeando en la montaña y tus amigos hacen lo que mejor saben hacer los amigos: castigarte donde más te duele!!!!).

Para concluir, si tu chica te sigue en las aventuras a la montaña, tendrás un motivo más para ser feliz con ella. Acordate que no todas están preparadas para aguantar lo mismo que vos, así que lo mejor es ir progresivamente. Si el primer viaje sale bien, entonces seguramente te ganes la mejor compañía que puedas tener para esta actvidad.

El primer viaje a la montaña: mochila pesada y muchos kilómetros

Para la gran mayoría de los que se aventuran con una mochila al hombro, el sur es el destino preferido. Abunda la leyenda, los registros de otros viajeros y, por supuesto, la adrenalina de la aventura que es y será el principal motor de buena parte de los futuros viajes.
Como cualquier consejo que recibamos en esta instancia lo tomamos con actitud de total superación, no vamos a dar ningno aquí. Y hasta es una buena lección, porque se aprende con el cuerpo, que a veces vale la pena escuchar al que fue antes que nosotros.

A partir de las vivencias del primer viaje suelen generarse dos grandes grupos de personas: el primero lo conforman aquellos que juran nunca más abandonar la playa en enero, y el segundo grupo solo vuelve a la playa cuando está vacía. Este segundo grupo suele ser menor en número, bastante eterogéneo en su composición, pero muy emprendedor y decidido como caracacterística común y principal. Estimo que se debe a que la montaña es un desafío permanente y entonces el carácter (o la actitud) juega un papel central a la hora de disfutar esta actividad.

Así que cuando emprendan el primer viaje a la montaña, consideren al menos que existe una probabilidad de que a partir de lo vivido en esa aventura cambien no solo la forma en que vacacionarán los próximos años, sino también su estilo de vida (y con seguridad el de sus hijos, los tengan ahora o en algún momento).

Y tengan en cuenta también que es muy probable que en ese primer viaje su mochila sea muy pesada, no solo por los kilos adicionales de cosas innecesarias que todos llevamos la primera vez (y a veces la segunda y la tercera también), sino por el peso mismo del desafío autoimpuesto, que es el más pesado de todos. Por supuesto, el primer viaje es más extenso en kilómetros que en altura y recorreremos más lugares que en cualquier otro viaje. Y, si, será un viaje estupendo siempre.

viernes, 11 de abril de 2008

Código del montañés

Asamblea General de la Unión Internacional de Alpinismo (UIAA), celebrada en Munich, Alemania, entre el 18 y el 22 de junio de 1964.

Las 10 premisas

1. Ser, más que parecer: Hacer montaña significa vencer dificultades. Es educativo, aumenta la confianza en sí mismo, pero no debe conducir aun sentimiento de superioridad. Los montañistas no son una élite privilegiada, sino simples seres humanos que tienen hacia sus familias y hacia la sociedad los mismos deberes que los no montañistas. El montañismo no debe perder su carácter de sana actividad de las horas libres. Además, la vida nos impone tareas incomparablemente más grandes y más importantes que las de la práctica del deporte. La jactancia, el ruido que se hace alrededor de las figuras, la búsqueda del sensacionalismo y las especulaciones, perjudican al deporte montañés en la misma forma que a la mayor parte de las otras actividades. El hombre capaz, el buen amigo en el que se puede confiar, no se distingue por la fanfarronería sino por la reserva. En él, la veracidad es natural.

2. Ver, observar, aprender: Toda verdadera comprensión es consecuencia de la forma de ver y de captar. Esto exige interés, esfuerzo y experiencia. El que mira a su alrededor sin tomar conciencia de lo que le rodea, no hace más que descubrir superficialmente las cosas más esenciales; comprende poco y aprende también poco. Se puede por ejemplo considerar la vegetación de montaña bajo el aspecto de su color verde sembrado de manchas multicolores, las rocas bajo su aspecto grisáceo y matizado y los alrededores montañosos como una corona de picos anónimos, sin quedar por ello insensible a su belleza. Pero la experiencia será mucho más rica y perdurable si se toma plena conciencia de ella y se comprende aunque no sea más que en sus aspectos más visibles. Bajo cualquier aspecto que se presente, será mucho más interesante si se conocen sus características y su origen. El que tiene algunos conocimientos sobre las variedades de las rocas y de las plantas, sobre los animales y sus costumbres, el que puede decir algo sobre los habitantes de una región montañosa y sobre su historia y su cultura, no cabe duda que experimentará una satisfacción mucho más rica. Si conoces las montañas que te rodean – puede ser que sus nombres evoquen en ti experiencias vividas, recuerdos y esperanzas - vivirás más intensamente la grande y embriagadora experiencia del montañismo.

3. Prepararse: El éxito de una prueba de montaña depende de su preparación. Las condiciones previas son: la habilidad técnica, el entrenamiento, el buen estado físico y la aclimatación, así como un equipo adecuado. A ellas hay que añadir además la capacidad de juzgar las condiciones del desarrollo y del tiempo. Prepárate para la prueba en montaña física, espiritual y psicológicamente. Familiarízate con sus características y sus condiciones particulares (es muy importante fijar la ruta y el horario, anotar en caso de escaladas difíciles, los pasos más fatigosos y eventualmente, los lugares de detención o de vivac, las zonas particularmente peligrosas, las posibilidades de retroceso o de descenso) . No olvidar nunca comunicar vuestro objetivo y la ruta prevista a vuestros parientes más próximos, al guarda del refugio (eventualmente, al libro del refugio) o a vuestros amigos.

4. Realizar lo que somos capaces: Esto implica dos cosas: a) No queremos reservarnos, sino ir hasta el límite de nuestras posibilidades. Una sana ambición es un elemento positivo. La satisfacción que nos produce la acción cumplida, por el valor de la acción en sí misma, da la verdadera medida. Presenciar las hazañas de un buen montañés, hábil y seguro, proporciona una placer estético. b) No exagerar. La capacidad es la medida de lo que nos está permitido, es decir, que si las condiciones físicas y psicológicas son malas, si la forma física en ese día nos es satisfactoria, hay que quedarse abajo. La insensatez no solamente pone en peligro a la persona que así actúa y a sus compañeros, sino también con frecuencia, a los que van a socorrerlos. No se puede asumir esta responsabilidad ni ante sí mismo, ni ante los padres o terceras personas que por esta causa se perjudican. Tomarse tiempo. Esta máxima es aplicable tanto antes de la prueba como, dentro de lo posible, durante la misma. Lo que no se ha podido hacer este año, puede hacerse más tarde.

5. Economizar medios artificiales: El que reseña una escalada en el libro de la cumbre, la anota para sí mismo o la cuenta a sus amigos y camaradas del club, reivindica el hecho de haber recorrido una determinada vía ya anteriormente realizada. Es evidente que una renovación no es una hazaña del mismo valor que la primera escalada. Pero, las dificultades características de la escalada de esta o aquella vía, deben permanecer invariables. Del que la realiza por primera vez se exige que sea razonable y del que la renueva que sea leal. No es razonable, ni tampoco admisible para los que vengan después , intentar una primera que represente un riesgo total. No es leal tampoco abrir una vía recurriendo a medios artificiales ilícitos. Esto no es renovar una ascensión, sino violentarla. Toda vía de escalada sembrada de seguros está desvalorizada, y por ello, las vías deben conservarse o volver a adquirir lo más posible su estado primitivo. La moral montañesa exige por tanto una verdadera competición disciplinada de fuerzas midiéndose en condiciones intactas, que uno no tiene el derecho de degradar. Aquel que no escala lealmente debe hacérsele reflexionar y debe educársele. Como toda libertad, la libertad de la montaña está también sometida a reglas morales que excluyen la arbitrariedad y la deslealtad.

6. Tener el valor de renunciar: El que intenta una prueba en montaña, con o sin esquís, debe estar también preparado para el regreso. El escalador debe conocer la técnica del descenso. (Así, por ejemplo, el que prefiere la escalada en roca puede tener que enfrentarse con ciertas dificultades durante sus pruebas combinadas sobre roca y sobre hielo). Debe conocer la vía teórica para juzgar, en caso dado, si es posible o sensato continuar la ascensión, utilizar un paso lateral o resolverse por el regreso. En caso de necesidad, todos los medios son buenos para salir de una pared o de una grave dificultad. Ciertas catástrofes se han producido porque la decisión de retroceder se ha tomado demasiado tarde. Por ello, la cuestión de la retirada debe ser incluida en primera línea en todas las consideraciones sobre la montaña. Reconociendo a tiempo la necesidad de una retirada, no hacemos más que demostrar nuestro sentido de la responsabilidad. Vale más renunciar demasiado pronto, que demasiado tarde. Aunque no se haya conseguido alcanzar la cumbre, la prueba puede llegar a ser una aventura verdadera e inolvidable, porque en la mayor parte de los casos, la retirada implica la posibilidad del regreso y del éxito final.

7. Socorrer: En una región habitada, podemos ser socorridos, en caso necesario, en cualquier momento. Pero en montaña no es así. Existen desde luego, puestos de socorro, bases y patrullas de salvamento, pero éstas no cubren más que una región muy limitada. El que se encuentra en dificultades en montaña, se ve obligado a solicitar el socorro más próximo. Y es por esto que todo andinista, todo esquiador, debe estar siempre dispuesto a ser capaz de socorrer un forma eficaz. Un curso de salvamento o por lo monos de primeros auxilios, es una de las exigencias inexcusables de todo montañés activo. El peligro de otros es la señal de socorro inmediato, desinteresado y voluntario. Nadie debe contar nunca sobre la eventualidad de que el auxilio sea prestado por terceros, guías, profesores de esquí o miembros del servicio de salvamento. Pero, el apresuramiento en disponerse a prestar socorro, no debe ser tampoco ciego La falsa valoración de sus propias capacidades y medio ha tenido ya, a pesar de la mejor voluntad, muchas consecuencias mortales. Para que el socorro sea coronado por el éxito hace falta discernir rápidamente cuáles son los métodos más eficaces. Hay que intentar ante todo establecer contacto con las personas en peligro, para determinar la naturaleza de la ayuda solicitada. Con frecuencia es también oportuno constatar la forma en que puede llegarse hasta ellas. La decisión sobre la forma de intervención depende de la comunicación establecida con las personas a socorrer. El que por sí mismo es capaz de prestar socorro, debe hacerlo inmediatamente. En caso dado, una tercera persona, de la cual sea posible prescindir, deberá partir en busca de otros socorristas. Si existen pocas probabilidades de socorrer eficazmente y por el contrario, es posible llamar a otros socorristas, conviene hacerlo en el plazo más breve. Raramente la vida y la muerte dependen tan estrechamente de la decisión justa y de la acción inmediata, como en los casos de salvamento en montaña.

8. Cuidar los refugios: Debemos una gran parte de nuestras posibilidades de excursión a la existencia de los refugios. Nuestros antecesores los construyeron con gran amor y a costa de grandes sacrificios. A nosotros nos corresponde cuidarlos para nuestro uso y el de nuestros hijos, debiéndolos considerar como bases de nuestras excursiones. Todo montañés sabe por propia experiencia que agradable es la estancia en un refugio limpio y cuidado y lo desagradable que puede llegar a ser si el refugio está sucio o mal cuidado. Por tanto es natural que el deportista de montaña se sienta responsable del estado de los refugios, muy especialmente de aquellos que no están dotados de un servicio de mantenimiento regular y de los refugios de invierno. Cuanto más contribuyamos al mantenimiento y limpieza de nuestros refugios más a gusto nos sentiremos en la montaña y menores serán los gastos de refugios que figuran en el presupuesto de las sociedades deportivas. El montañismo activo, la formación de los jóvenes, las expediciones y otras disciplinas útiles saldrán a su vez beneficiadas.

9. Proteger la naturaleza: Nos incumbe una seria responsabilidad en la protección de la naturaleza. Todo lo que en ella nos proporciona hoy goce y salud, no debemos dejarlo a nuestros hijos como si fuera un campo devastado. El paisaje montañés es una de las raras regiones donde la naturaleza se encuentra en estado primitivo. Esta "región inculta" debe ser protegida de una supervaloración excesiva bajo la forma de caminos, funiculares, trenes, casas, cercados, centrales eléctricas, industrias y otras muestras de civilización, generalmente con fines lucrativos. Nosotros los humanos, tenemos necesidad de disponer de algún espacio donde podamos estar solos frente a un mundo intacto y sano, para poder encontrarnos a nosotros mismos. La montaña representa este mundo intacto y así debe permanecer. Esta convicción encuentra su expresión práctica en las leyes para la protección de la naturaleza que todo montañés debería conocer. Además de la protección de animales y plantas, es preciso que nos preocupemos también por el estado de las cumbres y de los caminos que en modo alguno, deben convertirse en depósitos donde uno se desprende de las latas de conserva vacías, botellas, papeles grasientos y otros desperdicios. El que esto hace, se extiende un certificado deplorable de ignorancia. Es tan sencillo transportar "vacío" al regreso todo lo que se ha subido "lleno", en caso de que no se prefiera enterrar todos los desperdicios bajo las piedras. Cuidad de que las montañas permanezcan limpias.

10. Ser tolerante: En la montaña somos ante todo hombre y no miembros de una raza, nacionalidad, pueblo, religión, partido, profesión o cualquier otro tipo de agrupación. Hay muchas formas de hacer montañismo. La expresión "montañés verdadero" o "auténtico" no es más que una frase pretenciosa por la que ciertas personas tratan de imponer sus propias ideas. A este respecto hay opiniones muy diferentes. Lo que distingue a los montañistas unos de otros no es tanto su calidad como su individualidad. Unos consagran todas sus hora libres a hacer excursiones por montañas. Otros no van a ellas más que ocasionalmente. Este realiza con el mismo placer tanto un paseo por la montaña, como un recorrido extremadamente difícil. A unos, las excursiones le hacen conquistar las cumbres, mientras que otros se dedican a no conocer de la montaña más que las paredes a escalar. Unos prefieren la roca, otros el hielo. Hay otros para los que el colmo del placer son las excursiones que les proporcionan ejemplares de hierbas o piedras para coleccionar. Pero todos pueden ser montañistas y ninguno lo es más que el otro. El que no concede valor al montañismo moderado se coloca en el mismo nivel que aquel otro que, en el extremo opuesto, no ve más que lo rudimentario desprovisto de comprensión y de sentido para el "mundo sublime de las montañas" reside precisamente en el hecho de que cada uno puede buscar en ellas el placer a su propia manera.

Frase de cabecera

"Live your life each day as you would climb a mountain. An occasional glance toward the summit keeps the goal in mind, but many beautiful scenes are to be observed from each new vantage point. Climb slowly, steadily, enjoying each passing moment; and the view from the summit will serve as a fitting climax for the journey". Harold V. Melchert

Esta frase la vamos a encontrar en muchos sitios de montañismo, aunque aparentemente nadie sabe bien quién fué Harold V. Melchert, a pesar de ser altamente citado en la web. Más allá de eso, la frase es inspiradora para las personas que se plantean cualquier desafío. Podemos encontrar esta frase también en algunas publicaciones sobre management.

Aquí una traducción razonable en español:
"Vive cada día de tu vida como si subieras una montaña. De vez en cuando mira hacia la cumbre y mantén el objetivo en mente, pero verás muchas cosas bellas en el camino. Sube despacio, firme y disfruta cada momento hasta llegar a la cumbre. La vista desde la cima será el regalo perfecto tras el viaje". Harold V. Melchert