viernes, 30 de julio de 2010

Ascenso al Champaqui [invernal]

Luego del intento fallido de ascenso al Champaqui, con la adrenalina en aumento, organizamos el segundo intento para el 9 de julio.
Esta vez el grupo estaba compuesto por Germán Reynolds, Germán Leva, Gabriela Bogado, Santiago Rodríguez y Marinao Siccardi. Arrancamos de Baires el 8 de julio para viajar hasta Los Molles y parar en una hostería llamada "La Casa de Wanda", más que nada para dormir temprano y arrancar con las pilas bien cargadas al día siguiente.
Tras noche de picada y asadito nos levantamos 7.00AM. Luego de chequear el equipo y de un desayuno energético, 8.30 AM estábamos en el inicio de la picada que remonta el río Los Molles y lleva hasta  "El Hueco", lugar donde haríamos el campamento aproximadamente a la media tarde.
Ya conocíamos esa parte del camino así que subimos a buen ritmo, disfrutando de un día totalmente despejado y con una temperatura agradable. Como era 9 de julio disfrutamos también la vista de una pasada de un avión dibujando en el cielo azul con la sierra de fondo.
A medida que avanzamos la subida se hace más entretenida, sobre todo pasando la segunda tranquera, en donde se bordea el río y se entra al bosque de tabaquillos que en esta oportunidad nos protegió del sol que entrada la mañana pegaba bastante fuerte.
Con el correr del tiempo las mochilas se fueron acomodando en nuestras espaldas mientras ganábamos altura y las vistas se hacían más interesantes. Cabe aclarar que en el primer intento tuvimos lluvia y nubes metidas todo el tiempo en la montaña, por lo que en esta segunda oportunidad fue como estar en otro lugar. Pudimos apreciar vistas y detalles que nunca habíamos visto.
El objetivo de ese día era llegar a "El Hueco", que no es otra cosa que un espacio vacío, plano, de unos 25 metros de diámetro en el último sector de la montaña que tiene bosque. De ahí el nombre del lugar. Cabe destacar que El Hueco está dominado por una especie animal desconocida hasta el momento, totalmente poseída por un apetito voraz, y capaz de atacar los campamentos humanos... es la "vaca chupadora", de la cual nos ocuparemos más adelante.
A las 14.30 estábamos ya almorzando en nuestro destino, y a las 15.30 el campamento estaba armado, fogón incluído, por lo que algunos nos tiramos a dormir una excelente siesta al solcito en medio de la montaña, con un día y temperatura excelentes. Mientras dormíamos, el hiperquinético Santiago armó una alacena en un árbol (sí, leyeron bien, una alacena), puso la comida en ella, ordenada por variedad nutricional y fecha de utilización (si, lo juro). Ni qué hablar del fogón, la leña, los cacharros... en fin, Santi no tenía sueño y se dedicó a facilitarnos la vida a todos, que mientras tanto estábamos tirados en el pasto torrando al sol y desconectándonos (reconectándonos en realidad) con el planeta.
La tarde transcurrió en los menesteres de preparación del equipo para la jornada siguiente y de charlas varias. La noche no se hizo esperar y la magia de Larry se presentó en forma de guiso montañero de la mejor calidad que puedan imaginar. Siguió la noche con fogón, vino y mucha charla. Ubiéramos seguido más si no fuera que teníamos que levantarnos temprano para ir a la cumbre, pero fue una noche muy divertida.
Cerca de las 22.30 decidimos enfilar para las carpas, con la sensación de ser observados por las vacas, que lentamente se iban acercando al campamento. En algún momento nos sorprendimos de tenerlas prácticamente al lado del fogón. No le dimos mayor importancia al incidente de la tarde, en donde una de las vacas se escapó con una bolsa de comida en la boca como si fuera un perro callejero..., en fin, teníamos que dormir, así que cerramos las carpas y a torrar.
Un segundo después de cerrar la carpa comenzó la ecatombe del campamento. Las vacas se dedicaron a chupar, mordisquear y revolver todo. Ante el batifondo salimos de la carpa justo cuando una vaca se robaba la mochila (SI, LA MOCHILA) de Larry, una pesada LoweAlpine 75+20. Suponemos que las vacas la llevarían a un cerrajero para abrirla!!!
Corridas, piedras, gritos, las vacas se fueron a molestar al campamento de unos chicos que habían llegado a la tarde. Nos reimos un rato y de nuevo a dormir... por unos 5 minutos!! las muy guachas volvieron a la carga. Mordieron y chuparon absolutamente todo, hasta los bastones tienían marcas de dientes!!!! A eso se sumaba el constante ociqueo contra las carpas... una verdadera rotura de huevos!
A las 1.30 AM no tuvimos más remedio que vestirnos, salir de las carpas, juntar todo (mochilas, cacharros, etc.) y subirlos a un árbol, porque el asedio vacuno no terminaba.
Cuando la paz parecía reinar en el campamento, a eso de las 3.30 AM siento un ruido justo tras mi cabeza. Abro los ojos y detrás del tejido de ventilación, veo que una vaca había metido su cabeza en el abside de la carpa y tenía mi bota en la boca!!! cuando giro la cabeza para incorporarme se raja con mi bota!!!!!. Tuve que salir desnudo con la helada (-3°C) a correr a la fucking vaca para que no me afane la bota. Una locuraaaaaaaaaa!!!!. 20 metros más allá del campamento pude recuperar mi bota aunque no mi temperatura corporal, que tardó bastante en volver.
El arranque al día siguiente estaba pautado para las 8.00 AM, a fin de tener tiempo de hacer la cumbre y bajar luego un poco más para no tener que dormir nuevamente con las malditas vacas. Obviamente luego de esa noche terrorífica, nunca pudimos despertar a horario y terminamos saliendo a las 10.00AM. Eso cambió bastante los tiempos de marcha e impidió al mismo tiempo que evitáramos una nueva noche en El Hueco.
Igualmente, con la moral bien alta (al igual que todo el campamento que desarmamos y dejamos arriba del árbol) arrancamos para la cumbre, en un día perfecto para caminar la montaña: sol pleno y temperatura que permitió andar solo con una remera.
Desde El Hueco a la cumbre del Champa hay un desnivel de casi mil metros y unos 2,5 km., por lo que la pendiente es bastante fuerte en algunos tramos, y el terreno está compuesto principalmente por piedras medianas a grandes y pasto alto, por lo que todo el tiempo se tiene que estar atento a dónde se pone el pie para no desbarrancar. La ruta está bastante bien marcada por pircas y la misma huella que van dejando los ascensos.
A decir verdad, es un ascenso muy interesante por las vistas que se van ganando y lo agradable del entorno, claro, en un día tan bueno como el que nos tocó.
Pasadas las 14.30, luego de cuatro horas y media de subir, estábamos en la falsa cumbre. Tardamos un poco más de lo normal principalmente por la mala noche que pasamos y también un poco por la lesión de Mariano en la rodilla, que requirió pichicata y todo.
Si consideramos que nos quedaban al menos 4 horas para bajar desde esa falsa cumbre y que la verdadera estaba media hora más adelante, estuvimos a punto de desistir, principalmente considerando las horas de luz que nos quedaban y recordando la famosa regla de "ninguna cumbre se intenta luego de las 13". Hicimos reunión de grupo y tomamos la decisión de hacer cumbre y bajar luego a máxima velocidad para evitar que la noche nos agarre lejos del campamento y evitar que Gabi nos ahorque si decidíamos volver sin la cumbre.
Llegamos a la cumbre del Champaqui aproximadamente a las 15hs.
Alegría!!!!!! y fue doble porque era la primera cumbre para Santiago y Mariano, y la revancha de todos por el intento fallido anterior.

Aclaración: el Champa estaba lleno de gente!! claro, hay una ruta que te deja a 200 metros de la cumbre!. Uno quiere llegar y verla vacía, y si es posible ser el primer humano en poner el píe allí. Sube pensando en la superación de sí mismo y todo ese romanticismo... nos hacemos los puristas... Cuando llegás y ves más gente que en el subte D a las seis de la tarde digamos que un poco se te cae el romanticismo montañero, así que le pedimos a uno que estaba con los pibes que nos saque la foto a todos juntos (ja!).
Disfrutamos un poco (muyyyy poco) de las vistas desde la cumbre, nos sacamos las fotos de rigor, y luego del abrazo cumbrero pusimos pies en polvorosa rumbo al campamento.
La bajada fue un éxito gracias al ritmo que le puso Santi, y los varios cientos de metros que nos ahorramos cortando ladera a lo orko. Digamos que fue una bajada rápida, digna y exacta, porque cuando pusimos el pie en el campamento el sol se descolgó.
El resto del viaje es historia. Fue una salida realmente muy buena. El Chapaquí nos dejó subir a su cumbre, y nos permitió bajar también; recuerden que la montaña se termina cuando se baja!. Fueron unas jornadas excelentes en todo sentido; disfrutamos la aventura entre amigos, nos reímos hasta más no poder, y conectamos con el planeta. Es una montaña para volver.

Compartimos aquí el álbum de fotos de esta salida. Esperamos que les gusten! y cualquier cosa que alguien quiera saber, nos escriben.



Bueno, aquí el traklog. Está pulido y se le quitaron los descansos y las vueltas que uno hace cuando camina por la montaña. Como comentamos en los traks anteriores, si utilizan Wikiloc (http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1063153) pueden bajar esta y otras rutas de montaña. Es un sitio que recomendamos, ya que pueden bajarlas en formatos para GPS o Google Earth y tener una idea más clara del terreno y orientarase bastante.

domingo, 25 de julio de 2010

Champaqui 2010 - otoño [primer intento]

En la semana del bicentenario se nos dio por ir al cerro Champaqui (2.789 msnm), el más alto de Córdoba, con la intención de subirlo por el lado de Los Molles.
El 22 de mayo a las 3.00 AM partimos de Baires rumbo a Las Rosas (tras la sierra) para estar a los pies del Champa, con el plan de arrancar ese mismo día la subida hacia "El Hueco", uno de los tantos lugares para acampar de ese lado de la montaña.
Cuestión que entre idas, vueltas, y algunas perdidas por la zona, estábamos a las 16hs. del 22 de mayo en el inicio del sendero que arranca junto al río "Los Molles", dispuestos a subir y divertirnos. Obviamente, al arrancar a las 16hs era casi obvio que con solo dos horas de luz disponible no íbamos a llegar muy lejos. Ese fue el primero de una serie interminable de errores que no fueron más que la típica subestimación de una montaña.
Una persona con experiencia en la zona nos dijo "no subestimen al Champaqui..." Pues bien, como cualquier aficionado hicimos todo lo contrario y la montaña se encargó de hacernos pagar toda nuestra osadía. A la distancia, lo aprendido vale mucho. En ese momento... solo maldiciones!!!
Avanzada la caminata, y cerca del anochecer, decidimos hacer campamento en el primer lugar con agua que encontráramos. Así, dos horas y media luego de arrancar, y 6,5 kilómetros más adelante, Santiago encontró un excelente lugar para armar un campamento a orillas del río.
Cena y charla de por medio, nos fuimos temprano a dormir para arrancar al día siguiente bien temprano. La idea era intentar cumbre arrancando desde ese campamento y volver al mismo punto.
El día siguiente arrancó con todo en contra. Frío, lluvia y niebla... hermoso!!! no íbamos a dejar amedrentarnos por unas condiciones meteorológicas que claramente dicen "NO LO INTENTE".
Arrancamos con toda la pila, sin percatarnos que el campamento de emergencia que habíamos armado si bien estaba junto a un sendero, estaba fuera de la ruta normal, digamos... unos 10 metros, lo suficiente para arrancar por cualquier lado.
Caminamos remontando el río... pasamos por cualquier lugar, subimos cosas innecesarias, etc; todo lo que sucede cuando uno no camina por la ruta normal; sin embargo, un par de horas más adelante la enganchamos y seguimos subiendo.
Para ponerle un poco de color al día, Brendix se dio un palo y se nos fue entre las piedras. Afortunadamente solo se torció un poco la muñeca, y Santiago no tardó ni un minuto en sacar su botiquín e inmovilizarle la muñeca y empastillarla un poco. Brenda dijo que todo estaba ok y continuamos subiendo.
Entrado ya el medio día y luego de 5 horas de subir, el grupo se dividió en dos. Una parte se volvía al campo base y el resto seguiría subiendo por lo menos hasta El Hueco.
La subida se extendió por casi 40 minutos más, hasta que llegamos a unas piedras grandes en donde nos guarecimos y almorzamos.
Eran las 13.30 cuando decidimos no intentar cumbre, ya que estábamos a por lo menos 5 horas (dadas las condiciones climáticas) y nuestro campamento estaba muy abajo por lo que no podríamos llegar de día,
Fuimos entonces hasta El Hueco, que estaba a 5 minutos de allí para conocer el lugar y saber dónde armaríamos nuestro campamento la próxima vez que fuéramos al Champaqui.
Comenzó luego la bajada, con la misma niebla, llovizna y nubes metidas en la montaña. Más adelante nos esperaba el resto del grupo que había comenzado a bajar hasta un punto donde no podían encontrar la ruta, así que prefirieron aguardar que bajaramos todos.
No tiene mucho sentido comentar sobre el tiempo que nos pasamos desorientados en una ladera, peludiando entre los pastos, sin ver nada y chequeando el GPS que andaba para el mismo demonio. Decidimos mandar un miembro del grupo hacia atrás para encontrar nuevamente el sendero, cosa que luego de un rato se logró, y siguió la bajada ahora al lado del río y dentro del bosque.
Mantuvimos un ritmo muy parejo en la bajada, y diría que de forma muy eficiente, tanto que nos pasamos de largo el campamento y seguimos bajando... hasta que nos dimos cuenta que nos habíamos bajado casi toda la montaña!!!!! una locura.
Para ese momento ya era entrada la tarde y no quedaba duda que el campamento estaba muy lejos, hacia arriba, lo que nos demandaría mínimo una hora más de caminata..., en fin, no hubo más remedio que volver a subir.
Luego de una infructuosa búsqueda por las márgenes del río, haciendo miles de hipótesis sobre el lugar donde estaría el campamento, hablando incluso de piedras que reconocíamos (¿?) nos traqnuilizamos y usamos las cabezas. Establecimos tres opciones: la primera era intentar una nueva búsqueda del campamento bajo reglas lógicas hasta encontrarlo; la segunda era bajar hasta Los Molles y buscar el campamento al día siguiente, y la tercera opción era aplicar la primera hasta que llegue la noche y si no había éxito, aplicar la segunda.
Optamos por la tercera y ya más calmados usamos nuestros cerebros y nuestras piernas, pudiendo localizar el campamento minutos antes de que se hiciera de noche. ¡un éxito! y mucha alegría.
Esa noche Germán cocinó un guiso que devolvió las energías perdidas durante el día, mientras el resto preparaba la fogata para secar la ropa y el equipo. Con la panza llena y unos vinos más tarde, la aventura se llenó de anécdotas y nos divertimos hasta entrada la madrugada.
Por la mañana, mientras desayunábamos y levantábamos el campamento, el Champaqui se mostró por fin sin niebla y pudimos verlo con la nevada que cayó sobre él durante la noche.
Nos fuimos con varias lecciones aprendidas. La más importante de todas: no subestimar la montaña.
Prometimos volver en el invierno... cosa que hicimos.