domingo, 25 de julio de 2010

Champaqui 2010 - otoño [primer intento]

En la semana del bicentenario se nos dio por ir al cerro Champaqui (2.789 msnm), el más alto de Córdoba, con la intención de subirlo por el lado de Los Molles.
El 22 de mayo a las 3.00 AM partimos de Baires rumbo a Las Rosas (tras la sierra) para estar a los pies del Champa, con el plan de arrancar ese mismo día la subida hacia "El Hueco", uno de los tantos lugares para acampar de ese lado de la montaña.
Cuestión que entre idas, vueltas, y algunas perdidas por la zona, estábamos a las 16hs. del 22 de mayo en el inicio del sendero que arranca junto al río "Los Molles", dispuestos a subir y divertirnos. Obviamente, al arrancar a las 16hs era casi obvio que con solo dos horas de luz disponible no íbamos a llegar muy lejos. Ese fue el primero de una serie interminable de errores que no fueron más que la típica subestimación de una montaña.
Una persona con experiencia en la zona nos dijo "no subestimen al Champaqui..." Pues bien, como cualquier aficionado hicimos todo lo contrario y la montaña se encargó de hacernos pagar toda nuestra osadía. A la distancia, lo aprendido vale mucho. En ese momento... solo maldiciones!!!
Avanzada la caminata, y cerca del anochecer, decidimos hacer campamento en el primer lugar con agua que encontráramos. Así, dos horas y media luego de arrancar, y 6,5 kilómetros más adelante, Santiago encontró un excelente lugar para armar un campamento a orillas del río.
Cena y charla de por medio, nos fuimos temprano a dormir para arrancar al día siguiente bien temprano. La idea era intentar cumbre arrancando desde ese campamento y volver al mismo punto.
El día siguiente arrancó con todo en contra. Frío, lluvia y niebla... hermoso!!! no íbamos a dejar amedrentarnos por unas condiciones meteorológicas que claramente dicen "NO LO INTENTE".
Arrancamos con toda la pila, sin percatarnos que el campamento de emergencia que habíamos armado si bien estaba junto a un sendero, estaba fuera de la ruta normal, digamos... unos 10 metros, lo suficiente para arrancar por cualquier lado.
Caminamos remontando el río... pasamos por cualquier lugar, subimos cosas innecesarias, etc; todo lo que sucede cuando uno no camina por la ruta normal; sin embargo, un par de horas más adelante la enganchamos y seguimos subiendo.
Para ponerle un poco de color al día, Brendix se dio un palo y se nos fue entre las piedras. Afortunadamente solo se torció un poco la muñeca, y Santiago no tardó ni un minuto en sacar su botiquín e inmovilizarle la muñeca y empastillarla un poco. Brenda dijo que todo estaba ok y continuamos subiendo.
Entrado ya el medio día y luego de 5 horas de subir, el grupo se dividió en dos. Una parte se volvía al campo base y el resto seguiría subiendo por lo menos hasta El Hueco.
La subida se extendió por casi 40 minutos más, hasta que llegamos a unas piedras grandes en donde nos guarecimos y almorzamos.
Eran las 13.30 cuando decidimos no intentar cumbre, ya que estábamos a por lo menos 5 horas (dadas las condiciones climáticas) y nuestro campamento estaba muy abajo por lo que no podríamos llegar de día,
Fuimos entonces hasta El Hueco, que estaba a 5 minutos de allí para conocer el lugar y saber dónde armaríamos nuestro campamento la próxima vez que fuéramos al Champaqui.
Comenzó luego la bajada, con la misma niebla, llovizna y nubes metidas en la montaña. Más adelante nos esperaba el resto del grupo que había comenzado a bajar hasta un punto donde no podían encontrar la ruta, así que prefirieron aguardar que bajaramos todos.
No tiene mucho sentido comentar sobre el tiempo que nos pasamos desorientados en una ladera, peludiando entre los pastos, sin ver nada y chequeando el GPS que andaba para el mismo demonio. Decidimos mandar un miembro del grupo hacia atrás para encontrar nuevamente el sendero, cosa que luego de un rato se logró, y siguió la bajada ahora al lado del río y dentro del bosque.
Mantuvimos un ritmo muy parejo en la bajada, y diría que de forma muy eficiente, tanto que nos pasamos de largo el campamento y seguimos bajando... hasta que nos dimos cuenta que nos habíamos bajado casi toda la montaña!!!!! una locura.
Para ese momento ya era entrada la tarde y no quedaba duda que el campamento estaba muy lejos, hacia arriba, lo que nos demandaría mínimo una hora más de caminata..., en fin, no hubo más remedio que volver a subir.
Luego de una infructuosa búsqueda por las márgenes del río, haciendo miles de hipótesis sobre el lugar donde estaría el campamento, hablando incluso de piedras que reconocíamos (¿?) nos traqnuilizamos y usamos las cabezas. Establecimos tres opciones: la primera era intentar una nueva búsqueda del campamento bajo reglas lógicas hasta encontrarlo; la segunda era bajar hasta Los Molles y buscar el campamento al día siguiente, y la tercera opción era aplicar la primera hasta que llegue la noche y si no había éxito, aplicar la segunda.
Optamos por la tercera y ya más calmados usamos nuestros cerebros y nuestras piernas, pudiendo localizar el campamento minutos antes de que se hiciera de noche. ¡un éxito! y mucha alegría.
Esa noche Germán cocinó un guiso que devolvió las energías perdidas durante el día, mientras el resto preparaba la fogata para secar la ropa y el equipo. Con la panza llena y unos vinos más tarde, la aventura se llenó de anécdotas y nos divertimos hasta entrada la madrugada.
Por la mañana, mientras desayunábamos y levantábamos el campamento, el Champaqui se mostró por fin sin niebla y pudimos verlo con la nevada que cayó sobre él durante la noche.
Nos fuimos con varias lecciones aprendidas. La más importante de todas: no subestimar la montaña.
Prometimos volver en el invierno... cosa que hicimos.

2 comentarios:

  1. ¡Buen día!. Jajajjajame hizo reír mucho el relato de buena gana....y agradezco todos tus detalles. Espero que la lección le sirva y no pierdan las ganas de seguir haciendo travesías. Lo más lindo de todo es cuando, en una noche de amigos y vino, uno cuenta anécdotas de traveaías del pasado y amenizan la velada....compartiendo nuestras aventuras con humor. ¡Gracias!. ¡Un abrazo!

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