viernes, 21 de enero de 2011

Ascenso verano 2011 al Tres Picos y Napostá

Enero, calor y cemento nos expulsaron directo a la montaña más alta y cercana que tenemos en Buenos Aires: el cerro Tres Picos.
Para más data sobre esta montaña pueden ver otros post aquí y aquí.

En esta oportunidad  fuimos Santiago Rodíguez, Matías Ibarra y Germán Leva. Mención especial requiere el cuarto integrante de la partida que no era humano, sino canino. Cuyo, el perro de la estancia nos acompañó todas las jornadas marcando el camino.


Arrancamos bien temprano el viernes 14 desde el puesto Glorieta (dentro de la Estancia Funke) y en 3 horas y media estábamos acampando en la cueva de los guanacos.

Luego de armar el campamento, almorzar y hacer un poco de ocio, nos dispusimos a enfilar para hacer cumbre en el Tres Picos.



El día estaba óptimo, y como era muy temprano nos tomamos las cosas con calma. En una hora desde la cueva de los guanacos estábamos en la cumbre principal del Tres Picos. Para Matías fue la primera cumbre así que alegría adicional para el grupo y felicitaciones para él.
Luego de la cumbre principal nos fuimos a los otros dos picos restantes que son de fácil acceso. Fotos de rigor, abrazo cumbrero y nos fuimos caminando tranquilos para la cueva de los guanacos.

Una vez en la cueva bajamos por el barranco que está en frente y descubrimos una vertiente de agua bastante buena, así que nos aprovisionamos para cocinar y nos dedicamos un buen rato a refrescarnos allí. tardamos media hora en bajar y media hora en subir por ese barranco, principalmente porque había mucha vegetación y piedras sueltas que hacían un poco peligroso pisar por allí, así que tuvimos bastante cuidado.
Se vino la noche y estábamos bastante cansados, así que luego de los capeletinis geniales que cocinó Santi, seguidos de una botella de buen vino, nos fuimos a torrar temprano.

Al día siguiente, en plan de bajada, encaramos ladeando por el este la cueva de los guanacos, para dirigirnos directamente al Napostá.
Seguimos una huella que estaba marcada, aunque el camino está tan claro que no es necesario esforzarse mucho para ir por el lugar correcto.
Dejamos las mochilas en el desvío que va hacia la ruta normal de bajada y seguimos hacia el este encarando de frente al Napostá. Luego de rodearlo subimos por una canaleta bien empinada, con piedras grandes, que nos dio una trepada interesante y bastante divertida. A los pocos minutos estábamos disfrutando de la cumbre.

Esta salida fue realmente motivante, ya que en pleno bajón de enero en Baires nos colgamos des estas dos montañas que siempre tenemos a mano y nos reconectan con la madre tierra.

Compartimos aquí el álbum de fotos de esta salida. Esperamos que les gusten!!